sábado, 16 de julio de 2011

UNOS JUEGOS DE VIDAS Y MEDALLAS PERSONALES

Las Olimpiadas eran una de las únicas causas válidas para parar una guerra, hacer una tregua justificada para que en armonía se llevaran a cabo unos Juegos entre distintos territorios. Siempre, por tanto, fue un ejemplo para la colaboración, el desarrollo, la concordia y la fraternidad entre las distintas partes del mundo a lo largo de la historia.

Cierto es que se mueve muchísimo dinero, pero la finalidad de los Juegos Olímpicos siempre ha permanecido impoluta, inalterable, incorruptible.

Pero, repito, se mueve muchísimo dinero, y éste procede de las personas de a pie que cada día, con la misma ilusión que si compitieran en una Olimpiada, luchan para conseguir sus sueños, para llevar a cabo una realidad, para llevar a cabo una bonita vida para ellos mismos y los suyos.

¿Merece la pena sacrificar una Olimpiada de día a día para conseguir otra de solo 30?

Por ahora, hay que echarle la culpa a los mismos, los causantes de la crisis. Gracias a ellos, no debemos tener Juegos Olímpicos… aunque nos pese.

Y tengamos sentido común, prefiero que luchemos por nuestra Olimpiada del día a día, a que los causantes de la crisis no nos dejen ni participar poniéndose como siempre ellos mismo su medalla.

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